jueves, 8 de abril de 2010

EL POLICÍA II


__Rojo, verde, blanco... Es todo lo que Smith podía decir de esos coches: el color y la matrícula, nada más.
__Quizá había llegado la hora de asumir lo que todo el mundo dio por hecho desde el primer día: no servía para policía.
__Eran las siete de la mañana. No había tenido problemas para levantarse temprano porque no había pegado ojo pensando que, definitivamente, ésa era su última oportunidad de no tener que volver al pueblo, a la pescadería de su madre.
__Ejercitó la mente, describiéndose a sí mismo el garaje de la central: poca visibilidad, una salida principal, dos... eh... un ascensor y escaleras, quizá... Una planta... Media docena de coches: dos con sirenas y los demás... de paisano... No, espera, no los llaman así... Secretos...
__- ¿Agente Smith?
__- Sí, perdón, soy yo... Estaba repasando mentalmente...
__- Cállate.
__El Instructor McCarthy, sin duda: en camiseta y pantalón de chándal, con coleta y sin ni una sola cana pese a sus sesenta años. Tenía fama de corrupto, pero nadie se atrevía a investigarlo.
__- Así que eres tú... el que siempre la caga...
__- ¿Eso pone ahí? –preguntó Smith, señalando el informe que el instructor ojeaba por primera vez.
__- No sé qué pone aquí, porque a mí me la suda todo, hijo... ¿Me entiendes? Te han mandado aquí porque no vales ni para que te peguen un tiro...
__- Bueno, es verdad que he tenido mala suerte... y es probable que mis anteriores...
__- ¡Que te calles la puta boca, joder! ¿Qué hostias te has pensado? No soy un tío al que le tengas que hacer la pelota, imbécil.
__- No era ésa mi intención, señor...
__- Métetelo en la cabeza: no soy tu última esperanza... Soy tu castigo.
__Smith enmudeció. Ese hombre se expresaba como él siempre había deseado.
__- Elige un coche, nos vamos a dar una vuelta.
__- Eh... Me es igual, no entiendo de coches.
__- Ni yo. Ni nadie en esta puta ciudad. Vamos al rojo, que es inglés y tiene el volante al otro lado. Tú conduces -le dijo lanzándole la llave.
__Salieron a la calle. Estaba amaneciendo, Smith no se aclaraba conduciendo un coche tan raro y la ciudad apestaba a borracho.
__- Sube la puta ventanilla, Smith, que esta pocilga de ciudad huele a pota fresca.
__- Sí, lo he notado, señor –contestó Smith, mientras caía en la cuenta de que desayunar un par de donuts secos no había sido una buena idea.
__Subieron por la Avenida Principal. McCarthy miraba al infinito mientras encendía un puro enorme. Smith, nervioso, señaló a un grupo de travestis que se peleaban en una esquina.
__- No pares. Que se maten entre ellos, putos maricas. Entra en la siguiente y tira hacia el centro comercial.
__Y así lo hizo. El coche tiraba bien, aunque se notaba que tenía sus años.
__- Escucha, estás de suerte, muchacho... Después de lo que hiciste... En fin... Te han mandado aquí porque quieren que te apriete las tuercas para que desaparezcas sin reclamar nada. Quieren dejarte en bragas.
__- Pero... En realidad, sólo estropeé un quad...
__- Sí, es lo que han puesto en el informe oficial... pero... tiene gracia... ¿en serio crees que te han expedientado por eso? -se carcajeó-. Joder, eres idiota... Saben que acosaste a Sonia Mendes. Todos lo sabemos: entraste en su vestuario, sin pantalones, lloriqueando no sé qué historias...
__Smith enrojeció y los ojos se inundaron de lágrimas que McCarthy no vio gracias a las rayban. ¿Por qué no había sido capaz de ver que el coche rojo era inglés?, ¿qué mierda de policía no se da cuenta de una cosa así?
__- Oye, que no te culpo. Esa putilla tiene un cuerpo que volvería loco a cualquiera... Y sé lo que me digo: me la tiré un par de veces, hace tres años. Me cago en Dios, cada vez que le iba a bajar la regla entraba en celo la muy perra...
__- Sólo le... le pedí una cita. Ella lo interpretó todo mal porque...
__- Me da igual tu mierda –cortó McCarthy-. Te quieren empapelar. Y para eso estoy yo... Pero esta vez se van a joder. Llevo cuarenta años haciendo el trabajo sucio, ¿sabes a qué me refiero?
__- Sí –contestó Smith, aunque no tenía ni idea.
__- Tengo mis ahorros, mis negocios... y una furcia de veinte añitos esperándome en Miami. Pero no me dejan; reducirán mi pensión a la mitad si me piro ahora... Joder, yo limpié esta ciudad de negros. ¿Sabías eso? Los mandé a todos al otro lado del río... y... Y así me lo pagan...
__- Es un oficio duro.
__- Qué sabras tú...
__Smith frenó en seco. McCarthy fumo su puro.
__- Señor...
__- ¿Qué pasa, hijo?
__- Haga de mí un policía de verdad. Deje que demuestre a todos esos burócratas de mierda que valgo para esto.
__La radio dio un chispazo.
__- McCarthy, ¿estás ahí?
__- Sí, ¿qué pasa, Mary? –dijo al micro.
__- ¿Estás con el nuevo?
__- Sí. ¿Qué pasa?
__- Dos yonkis, hombre y mujer, en la cuarta. Han robado a unos críos.
__- Nosotros nos encargamos.
__- Puedo llamar a Welsh, si andáis liados...
__- He dicho que nosotros nos encargamos.
__- Vale. Cierro.
__McCarthy miró a Smith. Se atusó el bigote y señaló un callejón.
__- Por ahí atajaremos.
__Smith cerró los ojos y suspiró. Arrancó y, saltándose dos semáforos en rojo, enfiló por el callejón.
__- Escucha, Smith. No sé qué te habrán enseñado, pero aquí las cosas se hacen a mi modo. Aquí nadie te va a decir nada si sueltas un par de hostias a un hippy. Mano dura. Dura de cojones... Es lo que necesita este lugar.
__- Estoy de acuerdo, Señor. La gente decente paga sus impuestos para poder caminar tranquilamente.
__- Bien, bien... Hoy alguien va a recibir lo suyo. Coge toda esa rabia contenida y sácala fuera; estámpasela en la boca al primer hijo de puta que no entienda quién manda aquí.
__- Sí, señor, ya verá, los tengo cuadrados. Joder, mierda, a mí no me tiembla el pulso cuando las cosas se ponen crudas...
__Pasaron la rotonda de las discotecas y adelantaron una furgoneta. El olor a puro era insoportable y Smith odiaba a todo el mundo: a los negros, a sus padres, a sus primos intelectuales y, sobre todo, a esa zorra de Sonia Mendes...
__- Eh, ¡ahí están! –señaló el instructor.
__- ¿Dónde?
__- En la parada de autobús.
__- Los veo, los veo... ¡Joder! ¡Los voy a matar! ¡¡Putos cerdos!!
__- Espera, espera...
__- ¡¡Los voy a matar!!
__- Pero... ¿qué cojones haces, subnormal de mierda? –preguntó McCarthy, horrorizado.

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Publicado originalmente en Roncando en el Nostromo y, después, como segundo capítulo en Dormir Despertar.

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