miércoles, 7 de abril de 2010

EL ATRACO


__- ¿No dices nada?
__- Eh... es que... me han dicho que a usted no le gusta que la gente hable más de la cuenta– contestó Roberto, rascándose la barbilla.
__Y Don Julián, satisfecho, acarició al gato que dormía en su regazo.
__- ¿Quieres beber algo?
__- No.
__- ¿También te han dicho que no me gusta que la gente beba?
__- No, no es eso, Señor... Pero no me gusta beber antes de un golpe, ya sabe... Me da dolor de cabeza, el alcohol, digo, y estas cosas... me las tomo con seriedad, no me gustaría...
__- Bien, bien... Tranquilízate– dijo Don Julián, e introdujo en su taza de té una pasta de mantequilla, que se oscureció en el acto-. Me han hablado muy bien de ti. Dicen que tienes muchos amigos.
__- Eh...
__- Eso es bueno. Las calles pueden ser un infierno, ¿sabes? Yo lo sé, porque vengo de ahí. Hace años, yo era como tú, un chaval tratando de encontrar su camino. Tener amigos es importante.
__Roberto sudaba como un cerdo. Don Julián comió otra pasta, sacó un cigarro de una petaca de oro e hizo un gesto a Raúl, su mano derecha, que se acercó a la mesita, le dio fuego y se alejó de nuevo hasta el murito. La vista desde ahí era impresionante. Roberto pensó que, si para algo servía el dinero, era para pagarse un lujo como ése.
__- Roberto, quiero que entiendas un par de cosas... Tú tienes tu plan, tu gente, tus razones... Sólo necesito saber el objetivo, para comprobar que no entra en conflicto con los intereses de mis amistades, ¿lo entiendes? No puedo dejar que mates a un joyero, si éste me debe un favor, por ejemplo...
__- Lo entiendo, Don Julian...
__Roberto quería esa vida. Quería ese jardín, esa piscina, esas vistas, ese sol y esas putas de veinte años... Lo quería todo.
__- El Banco. Voy a robar un banco.
__- Vaya... ¿qué banco?
__Roberto le pasó una nota. Raúl se asomó, tratando de entender de qué estaban hablando.
__- Bien. En principio, tienes mi bendición... ¿vas a matar a alguien?
__- No... No sé, no.
__Don Julián sonrió.
__- Mejor, mejor... Eres muy joven para eso.
__- No, o sea... si el plan se complica, y tengo que cepillarme a un par de hijos de puta, no me va a temblar el pulso, Señor. Tengo las ideas muy claras.
__- Bien. Pero intenta no tentar a la muerte, hijo... La gente a la que quitas la vida vuelve en sueños. Y dormir bien es un lujo que no se compra con dinero.
__"Vete a cagar, viejo de mierda”, pensó Roberto, mientras asentía respetuosamente.
__- Otra cosa... que te tiene que quedar clara: si operas en mi ciudad, me pagas. Yo lo controlo todo, ¿te queda claro? No me gustan los listillos... Yo a ésos les corto los huevos, ¿vale? Bueno, yo no, Raúl lo hace. Luego me los trae y me los como.
__Raúl miró a Roberto. Éste saludo.
__- Por supuesto, por eso estoy aquí, Señor. Nunca se me ocurriría...
__- Calla. Y escúchame: organiza un grupo reducido, haz el trabajo y luego divide el botín en partes iguales. Una parte es para mí. ¿Entendido?
__- Eh... ¿una parte? O sea, ¿no quiere un porcentaje del total?
__- Una parte. Como si fuera uno más, ¿es que eres tonto?
__- No, no... Si me parece bien... pero, ¿por qué no se queda con... digamos... el diez por ciento? Así se asegura...
__- ¿Vas a enseñarme ahora a hacer mi puto trabajo?
__- No, no... Señor... Entonces, yo recluto un grupito de gente, hacemos lo que tengamos que hacer, sin matar a nadie a poder ser... y luego repartimos a partes iguales, ¿no?
__- Sí, joder...
__- Usted es uno más, uno que sumamos a los que hagan conmigo el trabajo, para repartir como si... entonces...
__- Raúl, acompaña al chico a la puerta.
__Y Roberto salió del chalet, mirando con descaro las tetas de una chica que tomaba el sol en la terraza.
__“Uno más, dice... Menudo imbécil, ¿no?”, pensó.

Puedes descargar el vídeo aquí.

Publicado originalmente en Roncando en el Nostromo.

No hay comentarios: